domingo, 11 de diciembre de 2016

ROMANCE DE GERINELDO


la poesía popular. el romancero y sus variantes
ROMANCE DE GERINELDO Y LA INFANTA
—Gerineldo, Gerineldo,   paje del rey más querido,
quién te tuviera esta noche   en mi jardín florecido.
Válgame Dios, Gerineldo,   cuerpo que tienes tan lindo.
—Como soy vuestro criado,   señora, burláis conmigo.
—No me burlo, Gerineldo,   que de veras te lo digo.
—¿Y cuándo, señora mía,   cumpliréis lo prometido?
—Entre las doce y la una   que el rey estará dormido.
Media noche ya es pasada.   Gerineldo no ha venido.
«¡Oh, malhaya, Gerineldo,   quien amor puso contigo!»
—Abráisme, la mi señora,   abráisme, cuerpo garrido.
—¿Quién a mi estancia se atreve,   quién llama así a mi postigo?
—No os turbéis, señora mía,   que soy vuestro dulce amigo.
Tomáralo por la mano   y en el lecho lo ha metido;
entre juegos y deleites   la noche se les ha ido,
y allá hacia el amanecer   los dos se duermen vencidos.
Despertado había el rey   de un sueño despavorido.
«O me roban a la infanta   o traicionan el castillo.»
Aprisa llama a su paje   pidiéndole los vestidos:
«¡Gerineldo, Gerineldo,   el mi paje más querido!»
Tres veces le había llamado,   ninguna le ha respondido.
Puso la espada en la cinta,   adonde la infanta ha ido;
vio a su hija, vio a su paje   como mujer y marido.
«¿Mataré yo a Gerineldo,   a quien crié desde niño?
Pues si matare a la infanta,   mi reino queda perdido.
Pondré mi espada por medio,   que me sirva de testigo.»
Y salióse hacia el jardín   sin ser de nadie sentido.
Rebullíase la infanta   tres horas ya el sol salido;
con el frior de la espada   la dama se ha estremecido.
—Levántate, Gerineldo,   levántate, dueño mío,
la espada del rey mi padre   entre los dos ha dormido.
—¿Y adónde iré, mi señora,   que del rey no sea visto?
—Vete por ese jardín   cogiendo rosas y lirios;
pesares que te vinieren   yo los partiré contigo.
—¿Dónde vienes, Gerineldo,   tan mustio y descolorido?
—Vengo del jardín, buen rey,   por ver cómo ha florecido;
la fragancia de una rosa   la color me ha devaído.
—De esa rosa que has cortado   mi espada será testigo.
—Matadme, señor, matadme,   bien lo tengo merecido.
Ellos en estas razones,   la infanta a su padre vino:
—Rey y señor, no le mates,   mas dámelo por marido.
                                          
Anónimo



Romance de Gerineldo
              -«Gerineldo, Gerineldo,
              el mi paje más querido,
              quisiera haberte esta noche
              en este jardín sombrío».
              -«Como soy vuestro criado,
              señora, os burláis conmigo».
              -«No me burlo, Gerineldo,
              que de verdad te lo digo».
              -«¿A qué hora, mi señora,
              complir héis lo prometido?»
              -«Entre las doce y la una,
              que el rey estará dormido».
              Tres vueltas da a su palacio
              y otras tantas al castillo;
              el calzado se quitó
              y del buen rey no es sentido,
              y viendo que todos duermen,
              do posa la infanta ha ido.
              La infanta, que oyera pasos,
              de esta manera le dijo:
              -«¿Quién a mi estancia se atreve
              ¿quién a tanto se ha atrevido?».
              -«No vos turbéis, mi señora,
              yo soy vuestro dulce amigo,
              que acudo a vuestro mandado
              humilde y favorecido».
              Enilda le ase la mano
              sin más celar su cariño:
              cuidando que era su esposo
              en el lecho se han metido,
              y se hacen dulces halagos
              como mujer y marido:
              tantas caricias se hacen
              y con tanto fuego vivo,
              que al cansancio se rindieron
              y al fin quedaron dormidos.
              El alba salía apenas
              a dar luz al campo amigo
              cuando el rey quiere vestirse,
              mas no encuentra sus vestidos:
              -«Que llamen a Gerineldo,
              el mi buen paje querido».
              Unos dicen: «No está en casa».
              Otros dicen: «No lo he visto».
              Salta el buen rey de su lecho
              y vistióse de proviso,
              receloso de algún mal
              que puede haberle venido:
              al cuarto de Enilda entraba
              y en su lecho halla dormidos
              a su hija y a su paje
              en estrecho abrazo unidos.

              Pasmado quedó y parado
              el buen rey muy pensativo,
              pensándose qué hará
              contra los dos atrevidos:
              -«¿Mataré yo a Gerineldo,
              al que cual hijo he querido?
              Si yo matare la infanta,
              mi reino tengo perdido!».
              En tal estrecho, el buen rey,
              para que fuese testigo,
              puso la espada por medio
              entre los dos atrevidos.
              Hecho esto, se retira
              del jardín a un bosquecillo.
              Enilda al despertarse,
              notando que estaba el filo
              de la espada entre los dos,
              dijo asustada a su amigo:
              -«Levántate, Gerineldo,
              levántate, dueño mío,
              que del rey la fiera espada
              entre los dos ha dormido».
              -«¿Adónde iré, mi señora?
              ¿Adónde me iré, Dios mío?
              ¿Quién me librará de muerte,
              de muerte que he merecido?».
              -«No te asustes, Gerineldo,
              que siempre estaré contigo:
              márchate por los jardines,
              que luego al punto te sigo».
              Luego obedece a la infanta,
              haciendo cuanto le ha dicho,
              pero el rey, que está en acecho,
              se le hace encontradizo:
              -«¿Dónde vas, buen Gerineldo?
              ¿Cómo estás tan sin sentido?»
              -«Paseaba estos jardines
              para ver si han florecido,
              y vi que una fresca rosa
              el color ha deslucido».
              -«Mientes, mientes, gerineldo,
              que con Enilda has dormido».


                                 Anónimo

EJERCICIOS SOBRE EL ROMANCERO
Lee los dos romances de Gerineldo y contesta a las siguientes preguntas:

1.      Expresa por escrito qué diferencias observas respecto a la historia contada en los dos textos y qué tienen en común.

2.     ¿Cómo se denominan estos textos sobre una misma historia? ¿A qué crees que se debe?

3.     Redacta por escrito cuál es la métrica de los poemas. ¿Existe alguna diferencia formal en la presentación de los dos textos? ¿A qué se debe?

4.     Indica las partes dialogadas y las partes narradas ¿Quién cuenta la historia? ¿Cómo se introduce el diálogo? ¿Interviene el narrador o no interviene para introducirlo?

5.     ¿Hay algún epíteto épico en los textos? ¿Para qué sirven estos epítetos épicos?

6.     ¿Qué personajes aparecen en los dos poemas? ¿Cómo están caracterizados: por lo que dicen, por lo que hacen, por la descripción que el narrador hace de ellos o  los otros personajes ?

7.     ¿Hay fragmentarismo en los dos romances? ¿No crees que comienza de una manera brusca, sin una breve introducción a la historia que alcanza en los momentos narrados su mayor intensidad dramática? ¿Podríamos decir que sólo hay nudo y desenlace? ¿Cómo se denomina esta técnica?

8.     ¿Hay arcaísmos en el texto? ¿Cuáles?

9.     Fíjate en las partes narrativas del texto de la fotocopia, ¿hay alternancia en el uso del presente y del pretérito imperfecto simple? ¿Por qué se hace?

10.  ¿Se utilizan figuras retóricas, alguna repetición, lenguaje dinámico y expresivo, interrogaciones...?

11.  ¿Cómo clasificarías estos romances cronológicamente y temáticamente?

RECUERDA SUS CARACTERÍSTICAS
           Dentro de la lírica tradicional hay que incluir a los romances, aunque están a caballo entre la épica y la lírica. Constituyen una de las más importantes manifestaciones de nuestra poesía tradicional. Nacen en la Edad Media (siglos XIV y XV) cuando decae el gusto por los cantares de gesta transmitidos por los juglares. En un principio son fragmentos de antiguos cantares de gesta, que recogen episodios recitados una y otra vez por los juglares a petición del público oyente que reclama aquellos pasajes en los que se concentra la tensión narrativa o lírica; el pueblo los recoge y memoriza y se transmiten aislados . De ahí las variantes. La transmisión ha sido oral hasta nuestros días.
            El Romancero viejo, formado con romances anónimos y primitivos de los siglos XIV y XV, tiene un corpus muy variado :
§  romances épicos de carácter histórico o legendario (el Cid, la pérdida de España, los infantes de Lara, el rey don Rodrigo, Fernán González...).
§  romances carolingios (Roldán y la derrota de Roncesvalles)
§  romances líricos.
§  romances novelescos.
§  romances moriscos y fronterizos
§  romances pastoriles y villanescos

La versificación del romance es de versos monorrimos de 16 sílabas, compuestos de dos hemistiquios octosilábicos. Para otros son versos octosilábicos con rima en los pares. La rima es asonante y los versos se disponen en tiradas. Algunos aparecen con estribillo.
                        En cuanto a sus características estilísticas destacamos:
§  Sencillez y naturalidad.
§  Alternancia de las formas verbales que anima y acelera la narración.
§  La repetición sintáctica y semántica.
§  Paralelismos.
§  Correlaciones.
§  Antítesis.
§  Enumeraciones.
§  Mezcla equilibrada de narración y diálogo.
§  Formulismo- propio de la poesía oral- : "Allí habló..." , "...bien oiréis lo que dirá".
§  Apelaciones o llamadas al oyente.
§  Fragmentarismo . corte brusco final o comienzo in media res que tiene un gran poder sugeridor y envuelve de misterio al poema.
§  Parquedad ornamental en la adjetivación.

Al principio los versos eran irregulares, como los hemistiquios de los poemas épicos, pero luego se regularizaron en torno a las ocho sílabas:

____________   ______________ A                          _____________8-
______________  _____________A                          _____________8a
___________  ________________A                          _____________8-
______________  _____________A                          _____________8a


            Desde el siglo XVI, y hasta la actualidad, numerosos autores cultos se han sentido atraídos por estas composiciones y han escrito poemas utilizando su esquema métrico y su tono popular. Ejemplos de esta utilización los tenemos desde Lope de Vega hasta Antonio Machado o Federico García Lorca. Estas obras forman el Romancero Nuevo.


ROMANCE DEL MERCADER DE ZAFRA
A mi padre, don Antonio, / y a mi madre, doña Juana,
y por
gustoh de padrino, / a mí me llaman Leonarda.
He llegado a quince
año / con regalo de mi casa. 
Dihpusieron de casarme / con un mercader de Zafra,
y yo los he respondido / que no me traten de nada,
que soy muy pequeña y niña, / muy pequeñita y muchacha, 

y tengo mis ojoh puestos / y entregadita mi alma
en el
máh bizarro mozo / que pasea l' Atalaya;
toda la noche le tengo / centinel'a mi ventana.
El mercader que lo supo, / salió una noche de Zafra
para matar a mi amor, / según la intención llevaba.
Y yo, como leona herida, / y yo, como leona brava,
me puse un vestido de hombre, / un ceñidor con
doh banda, 
con mi caballo ligero / me'eché por la puerta falsa.
El corría'rienda suelta, / él corría que volaba,
y dí vuelta a la
ciudá / y no pud'encontrar nada.
Al fin le vine a encontrar / a la puerta de mi casa.
Le tiré un carabinazo, / que a Dios le entregó su alma. 

Desde allí me fui a Llerena, / sin reconocer ventaja.
Allí me puse a servir / con don Pedro Nieto Llama,
para comprar y vender / todo lo que m'entregaba.
Al punto me hizo un vestido / de damasco de Granada,
que
todah cuantah me vían / quedan de mi enamorada.
Hasta la propìa señora / de mí queda enamorada. 
Estando un día de siesta, / recogidita en mi cama, 
vid'en mi sala una sombra,/ que para mí se acercaba. 
Le enseñé mi pecho blanco, / que al verle s'embelesaba. 
Se me ponen lah mejilla / como rosah encarnada.
Con la soga de un caldero / m'eché por una ventana.
De allí me fui a
Badajó,/ sin reconocer ventaja,
y cogí catorce
inglese / que de mí se embelesaban.
De que me ven tan valiente, / por capitán me nombraban. 

Ya camina el regimiento, / ya camina para Zafra.
Para ver loh míoh padre, / qu'eh cosa muy deseada,
he pedido alojamiento / de alojamiento en mi casa. 

Estando un día comiendo, / la patrona me miraba:
-¿Qué me mira
usté patrona, / qué me mira usté a la cara? 
-¿Qué quiere usté, que le mire, / que le mire yo a la cara? 
que'esoh dos hermosos ojo / son de m'hija Leonarda.
-Esa mujer que usté dice / en Badajó fue nombrada. 
Se cayó la madre al suelo / de trihte y desconsolada. 
-Levante la madre mía, / levante la madre amada: 
Dígame usté, ¿don Alonso./ don Alonso dónde para? 
-Don Alonso se metió / predicador en la Mata.
Siete años servía al Rey,/ siete sin ser en campaña:
Siete m'he de meter monja / al convento Santa Clara.

-¡Oh! -quién lo hubiera sabido / qu'erah tan linda muchacha... 
No te hubierah tú venido / con tanta honr'a tu casa.


Otra variante del romance de Gerineldo

  Gerineldo era un buen mozo,
  siervo del rey muy querido.

  Cuando sale del palacio,
  de hacer allí su servicio,

  en la puerta del palacio
  la infanta lo ha perseguido:

  - Gerineldo, Gerineldo,
  mi Gerineldo querido,

  ¡quién te pillara esta noche
  tres horas de mi albedrío!

  - No se burle la señora
  que criado vuestro he sido.

  - No me burlo, Gerineldo,
  que de veras te lo digo.

  - Y ¿a qué hora, gran señora
  se cumple lo prometido?

  - Entre las doce y la una,
  cuando el rey esté dormido.

  Daba vueltas Gerineldo
  daba vueltas al castillo.

  Y cuando ya comprendió
  que el rey estaba dormido

  con pasito sigiloso
  al cuarto la infanta ha ido.

La infanta que lo aguardaba:
  - ¿Quién ha sido el atrevido?

  - Gerineldo es, gran señora,
  que vengo a lo prometido.

  Lo ha cogido de la mano
  y a su cama lo ha subido.

  Se pusieron a luchar
  como mujer y marido.

Con el trote de la lucha
  los dos se quedan dormidos.

  Llama el rey a Gerineldo
  que le alargue su vestido.

  Y unos dicen: no está en casa;
  y otros dicen: no ha salido.

  Y el rey, que lo sospechaba,
  al cuarto la infanta ha ido.

  Y si mato a Gerineldo,
  tanto como lo he querido,

  tan bien que me había
                        |  servido.

  Y si mato a la princesa
  queda mi reino perdido.

  Yo le meterémi espada
  pa que sirva de testigo.

  Con el frío de la espada
  la infanta se ha estremecido:

  - ¡Despiértate, Gerineldo,
  mi Gerineldo querido,

  que la espada de mi padre
  con nosotros ha dormido!

  - ¡Y qué podré hacer yo ahora
  que no sea conocido!

  Me marcho por los jardines
  a pisar rosas y lirios.

  - No te asustes, Gerineldo
  y vuelve ya a tu servicio.

  Gerineldo fue ante el rey
  y la infanta lo ha seguido.

  – Perdónalo, padre mío,
  ya sabes lo sucedido.

  Solamente yo deseo
  me lo otorguéis por marido.

  Y el rey, que lo deseaba,
  el permiso ha concedido.

  - Y así tendré Gerineldo
  un hijo más muy querido.

  Y celebraron su boda
  muy llenos de regocijo.